lunes, 18 de octubre de 2010

Buried (Enterrado)


Título: Buried. Enterrado (Buried).
Director: Rodrigo Cortés.
Guión: Chris Sparling.
Intérpretes: Ryan Reinolds (Paul Conroy).
Año: 2010.
País: España.
Duración: 96 minutos.

Buried nos cuenta la historia de Paul Conroy, un contratista estadounidense ubicado en 2006 en un Iraq sumido en la guerra, que se despierta enterrado en un ataúd de madera con poco más que un móvil y un mechero. A lo largo de una hora y media seremos testigos de cómo Paul no cejará en su empeño por salir de esa angosta caja y volver con su familia.

Éste es el hilo argumental de lo que para mí es, hasta la fecha, la mejor película de 2010. Y, además, española. ¡Chúpate esa, Origen!

Al parecer, el guión de Buried (escrito por el nada conocido Chris Sparling) llevaba dando tumbos por Hollywood cerca de un año bajo el pretexto de "es una buena idea pero es imposible". Por suerte para nosotros, Rodrigo Cortés no lo vio tan imposible y tomó las riendas del proyecto.

La película ha sido muy elogiada y bamboleada de aquí para allá. Toda la gente que la ha visto me ha dicho que está muy bien. Y ya. Pues a mí me toca venderla. Buried es estupenda porque es el paradigma del producto de mercadillo: es buena, es bonita y es barata.


Es buena porque han sabido sacar un provecho enorme de una historia tan limitada como es el cautiverio de una persona en un ataúd. Es una hora y media que no decae en la que vamos viendo cómo el protagonista, una vez superada su angustia inicial, trata cada vez con más fuerzas de escapar de esa angustiosa situación. Y eso está muy bien, pero no tiene por qué ser bueno: con unas opciones tan limitadas, bien podríamos ver cómo el hombre va luchando por su supervivencia de una forma totalmente monótona en la que sólo podríamos apreciar una angustia creciente que en nada nos resultara próxima. Pero no. Poco a poco, Paul Conroy nos va metiendo en ese dichoso ataúd y nos retorcemos porque nos asfixiamos o no nos gusta lo que hace o porque no queremos creernos lo que nos dice el que está al otro lado del teléfono.

Es bonita porque cualquiera, como hacían todos aquellos que rechazaban el guión, habría pensado que hacer esa película era imposible: no sólo ofrece una libertad de movimiento casi nula y un espacio mínimo, sino que es difícil concebirla desde un punto de vista que, como poco, no sea poco dinámico. Y contra todo esto, Buried se mueve y se retuerce dentro de esa caja de madera donde me maravillo de no cansarme de ninguna vista y encuentro planos realmente buenos y la apariencia me parece muy bien elaborada (aunque sea un ataúd...).

Y, por último, es barata porque es evidente: sin entrar en el tema de la promoción y tal, poco más de un mes de grabación, dos semanas de montaje, 7 cajas, un actor, un equipo y no mucho más (mentira, es mucho más, pero entiéndaseme) es todo lo que ha requerido Buried para encontrárnosla tal y como la podemos ver ahora.

Todo esto me parece una llamada de atención a todo el mundo. Poder doblar calles sobre sí mismas, hacer girar el punto de gravedad o directamente anularlo es algo estupendo, visualmente impresionante y más si está bien utilizado. Sin embargo, la película de Rodrigo Cortés ha sido capaz de hacer más con menos y eso es algo que relega la grandeza de otras películas a un nivel inferior, al menos en mi opinión.

Por último, querría hacer especial mención a los títulos de crédito de esta película que tanto me gustó y tanto me recordaba a las películas de Hitchcock.


En resumen, imprescindible.


1 comentario:

  1. El otro día vi la película. Me gustó todo, excepto el final, que para no terminar enterrado no lo voy a contar...

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